jueves

y tú, sabes qué?


















Hasta tú me comentaste una vez sobre mi extraña manera de demostrar mi cariño.
Lo sé, siempre lo he sabido, soy consciente de eso. No soy tradicional en ese caso. Y es que cuando tengo un lazo importante con alguien no es algo menor, por ende no seré general. Lo general es para la cortesía, para la muchedumbre y para salir del paso. Cuando alguien me importa tengo extrañas maneras de expresarme y creo que ya lo sabrás bien.


Te escribo porque hoy te extraño de una manera extraña.
(Hoy a la vez siento algo de nostalgia y no sé por qué necesito tanto de tu abrazo)


Te escribo porque sé que me lees, porque te he visto haciéndolo. ¿Por qué me lees?. Aquí hay sólo vestigios de mis melancolías, de mis dolores más que todo. Son pocas las sonrisas, y no porque sean pocas en la vida, las comparto menos porque me llenan más en la realidad y con eso basta. ¿Quieres conocerme? No sé por qué te permito a ti hacerlo, no sé por qué me lo permito ante ti. Es curioso y me confunde demasiado.


Aún no puedo contestarme con certeza qué tienes tú, día a día me lo respondo muy de a poco. Una vez te dije que me gustan tus manos, pero la verdad es que tomarlas es un gesto de gran confianza de mi parte, querer hacerlo es el contacto eléctrico primario para expandirme a ti, no sólo dejar expandirme por ti, sino que yo querer hacerlo y trepar por tu pecho.


Hay personas que dicen que no creen que las cosas pasan por algo. Yo no sé si lo creo rotundamente pero sí he tenido hechos que lo sostienen, y ten por seguro que no me equivoco al decirte que todo lo que la vida ha formado de ti te ha llevado a no ser alguien vacío. Te quiero porque no eres vacío. Te quiero porque por mucho que creas que dejas cosas que te gustaría ser de lado, hay mucho de ellos que te constituyen hoy, y te encuentro valiente que te alimentes con algo de ellos día a día. Te admiro por eso. Nunca te lo he dicho, pero te admiro por eso, te admiro por disfrutar las cosas mínimas que haces que te gustan y que te hagan feliz.


Yo creo en los tropezones que uno vive para constituirse de alguna manera... a veces negativa, a veces positiva... a veces temporalmente o permanentemente. Todos estamos dañados in our own way. Yo tengo un corazón roto entre las manos que me avergüenzo de tener. Si ya antes me complicaba mostrarme cómo soy, más me complica con un corazón roto pesando en garganta. ¿Quién quiere eso?. Ni yo lo quiero, realmente que no. Pero es curioso que a pesar de eso pueda quererte y dejarme querer por ti de esta manera. En serio, ¿qué rayos tienes?.


Te conozco hace mucho y te vengo a mirar recién hoy.
En realidad no te conocía del todo.




También tengo que ser una mujer hecha y derecha para mis cosas. Por suerte los dolores de la vida no me abatieron, pero sí cargo con muchos fantasmas, sobre todo hacia mí misma. Y si no han logrado volverme loca y patética, tengo que ser una mujer firme, constituida, renovada para entregar bien lo poco que tengo, para recibir lo que me den. Tengo que dejar de darme permisos que sé que están equivocados para dejar de mancharme gratuitamente, y si por último lo hago, que no salpique a los demás, tampoco darme permisos para eso.


Soy una mal genio de mierda, pero sé que tengo un lado colorido que encanta.
Es ese mismo el que te trajo por una parte hasta mí y quiero entregártelo con gusto.


Sólo tenme paciencia.

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