Digamos que esto es caca.
Pareciera que siempre hay una explicación para todo, una justificación para todo, una razón para todo, un argumento para todo. Antes las cosas solían ser lo uno u lo otro y con algo entremedio; pero ahora es sólo una gran red para estirar la mano y alcanzar algo, lo que sea. Y no sé si alcanzo las respuesta que quiero o las que tengo que tener.
No sé si siento las cosas que quiero, o las cosas que me toca sentir.
Si te enamoraras... ¿lo sentirías de inmediato como un disparo en el pecho?
(pero) el miedo no es el enamorarse, el miedo es al dolor.
Una vez escribí, una de las tantas veces que escribí, una de esas tantas cosas que perdí a propósito entre mis reflexiones, que borré sólo porque podía hacerlo; dije que yo era mejor enamorada que pareja.
Soy caótica y sensible, puedo darte la mejor carta de recomendación para que puedas quedarte conmigo, así como tengo una carta del mismo peso para provocar mi despido, pero a veces renuncio antes de aquello... o a veces no, a veces no tanto.
Las cosas suceden en el momento adecuado, las coordenadas de la vida se manejan así. El amor a primera vista no existe, la fidelidad me parece un caso en extinción, el sexo me parece más una cobija a oscuras, los besos me parecen pellizcones para no olvidar que en realidad estás despierto.
Odio el amor impredecible y amo el amor espontáneo.
Recobro el aliento de a poco, recobro las cosas de manera lenta.
Hay cosas suficientes para mí, y mi cariño no es gratuito, no, no lo es...
Como hay cosas que no quiero, con todas mis fuerzas, contaminar... pero tampoco frenarme a perder aquellas miradas que me hacen sentir viva (en contraposición de la, a veces apestosa, honestidad).
Es curioso.
Una vez más vuelvo a ser yo...
pero no sé hasta qué punto, hay cosas que me confunden, que me confunden demasiado.
Y tú, tú me confundes aún más.