domingo
tírate por la ventana.
Uno de los aciertos que hay en los trayectos solitarios donde suele echarse a andar el ruido mental sin límites, es que de la nada tengo momentos precisamente lúcidos, y que sobre todo se dan de manera natural.
Creo que al final no eres tú "el ser imaginario" (como empezamos a molestarnos súper pernamente en todo caso), sino al contrario:
SOY YO UN PRODUCTO DE TU IMAGINACIÓN.
Piénsalo un poco.
(pero sólo un poco, porque sobre-analizarlo sería una verdadera lata)
Mi identidad pública es algo parecido a un secreto, del cual he aceptado participar. La forma de calzar en tu mundo forma parte de una especie de invención, pero de esas invenciones imperceptibles pero circulantes.
Soy una concreción en el espacio el cual convivimos sólo tú y yo y nadie más.
Si me invitas a tus sueños, eso ya es algo que está fuera de mis manos, pero digamos que en realidad soy tan fugaz como uno de ellos.
Y al menos dentro de tu fantaseo cumples con el pequeño gran factor de imaginarLO, porque al menos algo grato te produce. Me haces habitar por lo menos en una abstracción de tu pequeño rincón positivo.
Quizás por mucho más tiempo que pudieramos pasar juntos, son aquellos esporádicos los que concentran ese afecto particular, sino, no sería tan entretenido o placentero.
Bueno, perdón por la auto-referencia, pero también solemos comunicarnos así. Aunque tú también eres como un producto de mi imaginación... eres más "un como", estás más cercano a mi realidad que yo de la tuya, ¿o no?
Me habría gustado escribir esto dentro de un corto-relato o algo más íntimo comunicado más personalmente sólo como yo lo podría describir, pero tenía muchas ganas de escribir algo al respecto, que finalmente terminó en este ruido.
¿Pero y qué tanto?
Imaginemos y asociemos un poco, total es eso lo que por lo menos nos saca una sonrisa, de dos weones descontentos por la vida y llenándose de sucedáneos. Vende tu alma un rato para darte cuenta que las cosas que echas de menos son las más banales, y si tengo que sumarme a esa banalidad, o que tú te recuerdes de mí con "My life as Liz" y creas que eres uno de los amigos losers, bueno eso al menos es algo, y perder el tiempo conversando horas de cosas sin importancia (total las trascendentales sí existen pero en sus debidos momentos). Y seamos quienes seamos para el otro, nuestra identidad de múltiples identidades, creamonos un poco ese cuento, como siempre. Hoy eres Graham Coxon, músico, intelectual, borracho, oscuro, que viste ropa cómoda y que se habita de otro lugar en ropa formal, y siente asco por la música quinceañera (si yo te hubiese conocido en tu adolescencia punky, no creo que no habría sido amiga tuya). Y anda a reuniones de intelectuales en un piso artístico, como los bares que Graham frecuentaba y se ponía a hablar con los decoradores. Y sé un borracho e intenta tirarte de una batería. Y escóndete cuando no quieras aparecerte. Y duda de lo que estás haciendo aunque no sea algo malo, aunque lo pases bien, y búscate en eso para exteriorizar lo que sí eres y no sólo lo que puedes dar, e invéntate un disco completamente distinto al anterior. Y escribe en tus canciones cosas que soñaste, a tu estilo como una frase sencilla o al estilo Graham que, bueno, también con algo tan sencillo como "oh my baby, oh my baby, oh why, oh my" que lo musicalice en su subconsciente.
Y también piensa en tirarte por la ventana - o sea, no lo pienses, quiérelo.
Tiremonos por la ventana los dos.
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