jueves

callate!



De manera resumidísima: estudiar teatro es estudiarse a uno mismo por completo. Quizás... Me dijeron que "quizás" era una palabara para usarla más bien cuando uno quiere decir "probablemente" pero de manera más bonito... Entonces: probablemente, en otra ocasión o en otro lugar hablaré en detalle de ello.



Se nota, y no sólo se nota, uno tiene que analizar un montón de defectos y habilidades que corregir y son aquellas que una ha adquirido la vida entera antes de entrar a estudiar esto... Es corregir en parte varias cosas dentro de mis 19 años. O como dicen los profesionales: Aprender a caminar de nuevo. Entonces uno se cuestiona todas las cosas que no ha hecho, que ha exagerado, que nunca le han dejado a hacer, que se ha reprimido, etc.



A mí me han dicho que soy muy baja de energía, que me hace falta presencia, que me hace falta voz, aunque no tengo casi problemas vocales. Un día, cierta profesora en unos ejercicios de la clase le preguntó a una compañera si acaso le habían prohíbido mucho gritar cuando era chica y ella dijo que no. Entonces ahí se me prendió la ampolleta y recordé la siguiente escena de mi vida:



Cuando era chica, antes de los 10 años, era la mejor. Bueno, nunca tanto, pero era adorable, extrovertidísima, buena para la risa, buena para tontear, juguetona, etc. Hasta cuarto tuve una profesora muy mañosa, que hasta samarreaba a los que eran más desordenados. Era la misma profesora que me semi regañó de por qué no me gustaba Luis Miguel (como a ella), que le cargaba que me gustara un niño del curso de más arriba, y que le cargaba también que nosotros vieramos teleseries porque ella las encontraba muy tontas.



Un día estaba yo en el casino de mi colegio en una mesa sentada con mis compañeritas conversando, pero parece que yo era algo escandalosa para hablar y esta profesora que estaba almorzando al otro lado del casino se me acercó y me retó de que hablaba muy fuerte, que me escuchaba en todo el casino y no sé qué más. Y creo que desde ahí que empecé a ser más calladita. (Claro que en cierto proceso, alguna vez levanté algo más la voz, pero no creo que como la jovial niña que era hasta antes de eso).



Hasta ahora no me había tocado hacer una escena en la que gritara, o sea la idea no es originalmente gritar, pero así lo aconseja el profesor y tengo que hacerlo. Tenía que gritar "Cállate!" y "Qué? Qué entiendes tú? ah?". Lo hice un montón de veces y el profesor seguía diciendo entre mis respiraciones "Más. Más. Más fuerte". No, no podía. Yo le decía "pero si estoy gritando lo más fuerte que puedo." Y él me decía "No. Tú puedes más".



Y ese el punto, no sé gritar... Sé reventar, pero no sé gritar, no sé. Y es porque siempre he sido así. Trato de evitarme peleas, esas cosas de tan mina, la verdad me dan lata las peleas, no es que no me importe algo grave, pero creo que no es necesario gritar. De hecho, cuando era más chica mi papá para retarme gritaba muy fuerte y yo me asustaba hasta casi llorar, hasta que un día en Cachureos vi que decían que "Las cosas no hay que gritarlas, hay que conversarlas". Y yo le pedí a mi papá que cuando se enojara conmigo o me retara, no me gritara, que conversara conmigo.

1 comentario:

  1. Un grito bien ejecutado, mas que un ruido ensordecedor, puede marcar una diferencia.

    Pero, como no somos animalitos, conversamos. O decimos las cosas en voz alta.

    Hay que saber gritar cuando se debe.


    Beijos.


    atte:
    Paz
    Por un derecho a la Creatividad.

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