He escrito esta entrada muchas veces porque
no sé cómo decir cosas sin que parezcan
enrolladas ni que se malinterpreten ni nada.
Oye
lo que me pasó fue que sentí muchas cosas bonitas
que no sentía hace mucho.
Se me escaparon de las manos, pero para mí, ojo.
Si alguna vez quisieron escapar por mis ojos
no fue más que por una sobrepoblación de colores
que me inundaban el cuerpo contenedor,
como un vaso rebalsándose de líquido.
Soy y no soy culpable de eso.
Mira yo cómo sacudo mi pelo de la challa que dejaste sobre él,
me limpio las pestañas de los fuegos artificiales que proyectabas con tus ojos.
Guardo ya a Moulin, a Daisy, la tapita, el chiste en alemán,
los cigarros compartidos, el cielo de noche, las baldosas negras una por una,
los abrazos completos, el salto al vacío sobre las baldosas blancas,
el equilibrio en un pie, las manos, los lentes empañados, el pelo desordenado,
chocolates, cuál es el ají cuál es el ketchup, 3 tazas de rosa mosqueta,
el limón en el bolso, traducciones en japonés, una despedida extendida,
el pipí contenido, el potito se te mueve, un par de risas, y nada más.
En un momento me confundí,
pero sabes que no voy a molestarte, te lo dije.
Prefiero quedarme con ese cariño que nos acerca.
Y el tiempo y el espacio que ocurren me sorprende.
Supongo y espero que las cosas retomarán su curso normal.
Y seguiré aquí siendo la misma.
Eso es todo.
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