no buscó en sus manos
el diccionario de las líneas armónicas,
de perfectos defectos dibujados a la par.
no quiso tomar su rostro genuino,
deshaciéndose al pasar
un dedo bailando con otro al nadar.
quemó buscando equilibrios
de los relieves a los saltos que marcó,
estalló mientras en largo tejido
gritando, entonando, moldeando
las citas de acciones escritas
que rondaron su cuello una tarde que amaneció.
no quiso encontrar la herida,
vacío de teclas hundidas con el roce
de esos que uno nunca llamó,
de esos que en sus pasos enterró:
ella se asutó, se hundió, se dislumbró
de aquello que en una hoja contigua
se escribiría de lechos de suave capricho,
con el dulce amargo de su reflejar.
entre la superficie de su meñique
acogió su mano moribunda que desprendió
las desgracias que pintaban su mente,
que la diluían de tan humilde presente,
descubierto ante suave suspiro
de todo lo que pudiera llegar a entregar.
a cambio de sensato obsequio, hoy, justo ahora,
no tuvo magnolias marchitas para constatar.
no, ella nunca lo mencionó.
pero él huyó de la panorámica haciéndola marchar.
ella escuchó su figura tras las orejas,
y él deshizo en sus dedos las palabras que
en su sigilosa memoria imaginó.
ni adiós dijo
y él con un mundo detrás sólo la miró.
No hay comentarios:
Publicar un comentario