Una banda sonora conjuga el tránsito ajeno con el mío al pasar. La gente, la calle, ¡qué rápido se mueve! Pero me detengo un poco y me doy cuenta que vamos a la par. Enchufada a mis audífonos, la basura tirada en el piso me mantiene conectada a la ciudad. Casualmente puedo asomarme a La Vega, sentir el ritmo distinto de lo usual. Con las cajas apiladas, el cruce con restos de verdura inundada es algo que puedo contemplar. Pero instantáneamente desconecto mi casi empatía al ver gatos roñosos sobre las cocinas de los pequeños locales de comida. La sintonía se colapsa, impulsiva y despectivamente intentándolo ignorar.
Esa sensación divina de sentirse en un eterno video clip o en una película cada vez que llevamos como aros los audífonos, perforados en nuestras orejas...
ResponderEliminarY, de repente, el shock de darse cuenta que es la pura realidad. Cuesta asumir la realidad. Cuando algo es demasiado bello, decimos que parece de mentira (¡qué linda esa flor, parece artificial!), y cuando algo es demasiado bello, decimos que tiene que ser mentira (¡no lo puedo creer!).
Sácate los audífonos, escucha el sonido de la realidad.
Un beso tibio.
la canción que hace la ciudad cuando se mueve no es muy de mi gusto... pero es raro porque cuando te alejas de ella como que se extraña y se necesita.
ResponderEliminarmmmmm...La ciudad debe ser una droga
pd.: ¡Anda a ver mi obra!
ResponderEliminarEl ritmo le da encanto a tus letras, qué rico es escuchar.
ResponderEliminarbesets