Peces.-
EDITED
Una vez me preguntaste si yo escribía,
y yo te dije que sí, y te escribí a ti esto.
Tropecé contigo por casualidad,
la primera de muchas caídas que vendrían después.
Las madrugadas saben y huelen a ti,
donde me invitaste a subir los peldaños
y salté contigo desde lo alto
sobre el jardín de luces bajo mis pies.
No lo pensé dos veces,
todas las dudas quedaron ancladas en las escaleras.
Te perdí de vista con el tiempo
mientras de a poco yo dejaba de flotar,
acercándome cada vez más al suelo
y es ahí donde surgieron todas las preguntas ausentes:
¿dónde guardo todo lo que se fuga de mi corazón inspirado?
¿dónde mierda guardo todas las risas que me causabas?
¿dónde dejo todas esas sonrisas que anidaste en mis ojos?
¿dónde dejo las melodías que llegaron solas hablándome de ti?
¿y qué hago ahora con las nuevas melodías que me recuerdan que ya no estoy allá?
¿dónde guardo todas las noches que cosechaste sin pensar entre mis dedos?
Todo fue un accidente,
pero mis heridas se habían escarchado de brillo,
mis moretones son una pintura que plasmaste en mi piel;
quedan las cicatrices con tu nombre,
que tarde o temprano desaparecerán,
pero son las mismas que me rasco
porque la ansiedad y la frustración me traicionan.
Mis párpados se enfiestaron de tu encanto,
nublándome cómo eran las cosas en la realidad.
Todo desde arriba se veía mucho más bonito,
cómo todo se esfuma luego con la luz,
y cómo es esa misma luz débil la que te golpea a la mañana,
tan llena de cosas que no tenía pensado sentir.
De nuevo me encuentro con lo que no me corresponde.
Tu imagen se desvanece en el horizonte,
y yo te arrojo besos a la distancia despidiéndome.
Siempre supiste que no te quedarías.
Mis espacios no alcanzan para guardar todo esto,
y detesto mirar cómo se descomponen los vestigios,
quisiera simplemente hundirlos en el fondo de un baúl,
pero brotan como enredaderas que se enlazan en mis sueños.
Mi corazón palpita un te quiero tan sincero y tan honesto,
sólo por quién eras y por haberme hecho un lugar en ti,
en tus noches, en tus palabras, en tu cuerpo,
pero un lugar que nunca tuvo más albergue que ese.
Eres el pez que nunca pude capturar,
apenas intenté aferrarte, te delizaste de mis manos;
y yo soy un pez atrapado en una pecera,
donde navego entre estos recuerdos que atesoro sobre mi almohada,
donde nadie puede verme ni oírme extrañarte así,
negrito.-
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