Que las cosas no se me han cruzado de casualidad, que me han hecho ignorante de aquella causalidad de la cual divago días y días después. Hasta años. Años y años son de preguntas sin respuestas, de mentiras sin secretos, de secretos sin verdades, de verdades piadosas, de mentiras de verdad... Y yo soy un eje viviente... Pero sólo escribo.
No entiendo en qué tanto dijiste que nos parecíamos, sin siquiera conocernos del todo. Creo que buscando respuestas diste con una leyenda que te hizo sentir que tenía sentido. Pero yo no le encuentro sentido del todo, creo que hiciste conexiones válidas, más no su total ejecución. Si lo hubieses pensado 2 minutos más, te lo dirías: ¿En qué tanto nos parecemos?. Yo creo que en casi nada... nada de nada. Yo hoy soy atea. No, no nos parecemos en nada.
Me pregunto qué será lo primero que dejarás de querer en mí cuando deje de gustarte. Me pregunto qué será el detalle que opaque lo lindo que ves en mí ahora, o que devele lo que crees que te agrada hoy, más no mañana.
Me cuestiono qué fue lo que tanto ibas a extrañar cuando me fuera: ¿si lo que era contigo o lo que tú eras conmigo?. Yo me lo pregunto a mí misma, si extraño lo que solías ser o lo que yo solía ser contigo. La vida nos pone a prueba y qué tan lejos podemos llegar o nos deja llegar. Yo llegué lejos, más lejos que de lo que pensaba llegar. Y ahora estoy acá, más cerca y pisando casi el botón de una flor.
Y no entiendo, no entiendo qué diantres te pasa conmigo, no entiendo qué demonios calé en ti, si pasó tan poco tiempo. Yo creo que es un sentimiento inconcluso producto de una pasión irregular que se devoró ciertos segundos y escupió los demás. No, porque nadie viaja por Europa mentalmente unos minutos. Nadie se escribe pensando que fuera una carta antigua en una época pasada, de un punto a otro, siendo que estamos tan cerca y más si lo pensaramos bien.
El otoño me atravieza la piel de una forma inimaginable. El frío me abraza tibio mientras camino, y yo sólo siento el olor. El olor me embriaga de una fantasía y una devoción de película, como si no quisiera acabar. Estando sola, estando acompañada. El otoño le da un sabor a mis días que me hacen delirar. Me dan ganas de correr, de mirar la nada, pero contenta... Me da a pensar... Y pensar tanto que me llega a marear. Y siento todos los otoños de mi vida recorriendome el cuerpo, esos que sin duda no puedo olvidar y aquellos que parecieran sepultados.
El otoño me deprime... pero en el buen sentido.
¿Has sentido el ultimo resplandor del sol antes de que desaparezca por el oeste? ¿Has sentido cómo después de que ese último pedacito de sol redondo y amarillo el viento se pone algo más dulce y fresco, como una caricia o un beso suave?
ResponderEliminarQuizás, no es que el otoño te deprima. Sino que el otoño es el deprimido y busca el refugio contigo o con quien le ponga atención.
Beijos.
Santiago.